miércoles, 25 de marzo de 2009

América - Pumas, clásico?

Después de la derrota del Cruz Azul, (el sábado pasado no la de ese domingo) toda la semana tuve la disyuntiva: ir o no ir al América - Pumas. Quizá era "una tormenta en un vaso de agua", pero para mi de verdad era una Y, es decir, se trata de la casa, la sede del equipo que le metió tres goles al equipo de mi amores (bien ganados) y que, no conforme con eso, el resto de la semana se estuvo haciendo mella sobre este hecho: la fuerza del América, "que ya le ha tomado la medida al Cruz Azul", y la debilidad del equipo de la Noria. Además, no puedo soslayar este hecho: yo odio a los Pumas. Los odios, como los amores, no tienen bases razonables, recordando en Pascal, para que pensar algo ilógico de manera lógica, así que pues yo solamente odio a los Pumas por odiarlos, simple. De modo que el domingo me decidí a ir, ya tenía el boleto así que ir tan sólo era un espectáculo más con cual entretenerme.
Al llegar al estadio una cosa era sorprendente (no sé si así ocurra en todas las plazas donde la UNAM juega de visitante) la cabecera sur del estadio Azteca, toda, estaba ocupada ya por la barra de los pumas, dividida en secciones pero unida de cierto modo. Si bien para mi hay barra como la 51, la de los Pumas tiene una organización impresionante, con sólo unas pocas señas se pueden coordinar para cantar una porra que ni de chiste podía ser contestada por alguna de las porras del América (La Monumental, El Ritual del Kaos y La Familiar), a veces el sonido local quería ayudar a los americanistas y entonces sí la gente que no pertenece a las barras lograba acallar a los de Pumas, pero fueron destellos de una unidad amarilla que jamás concretó.
Pero precisamente este el punto a resaltar: como ninguna otra vez lo había visto en mi vida, el partido se salió de las canchas para trasladarse a las tribunas. Ya me había tocado que ante la victoria apabullante el público se dedicara a divertirse con cosas tan pueriles como "la ola" o globos, pero, a diferencia de aquel partido, en este si había una porra rival con la cual enfrentarse (en ese caso fue un partido de la Selección Mexicana, así que no había una porra visitante fuerte) y fue el principal campo de diversión. Creo que es en esta clase de demostraciones dónde se puede saber si el partido es un clásico o no: si la afición puede divertirse y enfrentarse también con la porra rival, es que se trata de un clásico, cuando realmente las porras están concentradas solo en su equipo (apoyarlo o vituperarlo) no creo que se trate de un clásico. Por esto mismo, concluyó, que la calidad de clásico solo es circunstancial, es decir, depende del momento que vivan ambos equipos y su relación con sus respectivas barras.
Sí, el Cruz Azul volvió a perder (recordando aquella final de manicomio donde nos ganaron en penales) contra el Toluca, es último de su grupo y fui a la casa de su rival más odiado y, sin embargo, me divertí, punto nodal (creo yo) del futbol donde quiera que se esté.

jueves, 19 de marzo de 2009

De nuevo..me rompen mi azul corazón


Sé que probablemente esta entrada sea tachada de ridícula, pero no puedo evitarlo. Así lo viví. Así me pasa, así ocurre. El sábado (de hecho hasta hoy) fue uno de los peores días de mi vida. Sí, resulta que irle al Cruz Azul es una maldición. Ahí se reafirma la frase Kundera, el amor, los sentimientos están fuera de nuestra voluntad. No puedo, por más que me hagan sufrir cada vez que se enfrentan con el América (desde el 2003) , el Toluca o equipos que llevan más o menos un buen paso, mi equipo sufre.

Por si fuera poco, no sólo se trata de haber perdido, sino que haya sido 3-1, con un penal dudoso como la única meta alcanzada durante el partido. Además, tengo varios conocidos americanistas que se encargan de subrayar, de darle crédito al famoso estereotipo de que son gente odiosa. Pues sí. A los que conozco, por desagracia, se han encargado de porque no le voy al América.

Pero más allá de los americanistas (a los que siempre se puede ignorar) está el hecho de la actitud ante la derrota. El fin de semana, el sábado por la mañana, estuve viendo el partido Manchester United - Liverpool. Sí, perdió el equipo de Ronaldo, pero qué manera de perder. A pesar de lo abultado del marcador, y que el único gol que anotaron los diablos fue de penal, dudoso también; jamás dejaron de llegar al marco, si no era Tevez era Rooney, era Verbatov. Se trata de actitud, de como se enfrentan las adversidades, si se quiere caer luchando o si se reciben los golpes sin más chiste que actuar como costal de box. Es increíble que no se sientan impotentes ante la derrota. Recuerdo haber asistido a un partido así, América - Cruz Azul, perdimos aquella vez 2-3, pero recuerdo también ver en la cancha a hombres muriéndose ahí, a Aarón Galindo (en su ultimo partido con el público) regañando, peleando , animando a sus compañeros para que sacaran adelante al equipo al partido, a la gente.

Creo que sobre el partido no puedo decir nada más: se jugó mal, con miedo, desesperación; si bien al inicio hubo iniciativa esta se perdió conforme, a pesar de la cacofonía, se perdía el partido.

Por mi parte sólo me queda guardar el luto, seguir sintiendo la ira por tener un equipo bueno, jugando mal, sin corazón (robando una frase de comentaristas de futbol) Como una aficionada más, común y corriente me resta seguir sintiendo pena por mi equipo, al que quiero a pesar de mi misma.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Lo peor y lo mejor

Para no dar muchos rodeos y entrar de una buena vez en materia: lo peor, el partido América - San Luis (al cual lamentablemente asistí) ; y lo mejor, el primer gol de Aarón Galindo con las chivas (y que hacía mucho no lograba anotar).


¿Por qué lo peor? Sólo a mi, no aficionada al América, aunque si al BUEN futbol, se me ocurre asistir a un partido tan poco prometedor en la cartelera. Efectivamente, los periódicos no se equivocaron y le partido dio pocos y magros resultados. Dadas mis buenas costumbres, llegué temprano al partido, tengo que aclararlo: jamás había visto jugar al San Luis y me emocionaba la idea de ver a un equipo por primera vez; así, en esta razón se respalda mi asistencia.

No es que sea fan de los malos equipos, pero siento que cada "institución" tiene su propia forma de jugar, tan inalterable a pesar de los cambios de directiva, jugadores o técnicos, quizás sea lago meramente discursivo, pero yo creo en ello. Además, retando al San Luis , casi ya he visto a todos los equipos de futbol en México, cierto, aunque me faltan el Guadalajara, el Santos, el Tigres, el Indios, el Puebla, el Morelia y el Atlante, cada vez son menos.

Pero siguiendo adelante con el partido, este no dio nada. El América siempre estuvo en desventaja y el San Luis con poco, muy poco logró ganar. A esto hay que sumarle el mal arbitraje y la falta de concentración de los jugadores del América que cometieron falta, tras falta, tras falta.

Definitivamente, el espectáculo estuvo fuera de las canchas: los aficionados, inchas o no, gritaban desesperados cualquier abjuración contra su equipo, lanzaban cualquier clase de líquidos, incluso playeras del equipo rotas, con la intención de que llegaran hasta la ancha (acto que desde la zona general es imposible). La porra de San Luis, pues tan igual como las demás, es notorio como las porras de provincia, con sus excepciones como la Barra 51, se parecen a las de Pumas, qué mal modelo.

Así que sacando conclusiones: el América no ha tocado fondo, aun, cuando todos ya lo creíamos.
Lo mejor: el gol de Aarón Galindo. Claro, no se trata sólo de que adore a este jugador desde que debutó en el 2002; sino de que un jugador mexicano, seleccionado, anote goles en esta raquítica liga de tercer mundo atestada de delanteros extranjeros. Sí, se trata de eso. Mas allá del amor de un acto sublime en el futbol: anotar goles.
Anotar un gol es el cenit de un partido de futbol, definitivamente es la mejor parte de un partido de futbol y el hecho de que este haya sido anotado por alguien a quien adoro me hace aun más feliz. Así que a pesar del horrible partido de futbol que me tocó presenciar el domingo, siempre hay esperanza, mientras se sigan anotando goles por personas a alas que se estima.