jueves, 12 de febrero de 2009

¿Qué hay después del sospechosismo?

Ayer México jugó ante Estados Unidos, en Columbus, Ohio (no se confunda con la Columbus que Villa atacó) Qué partido. Es posible que yo tenga muy buen corazón o que mi amor por los seleccionados (en especial por Aarón Galindo) no me permita ver con objetividad el asunto, pero desde mi punto de vista no jugaron mal. Comenzaron dominando a la escuadra de nuestro vecino del norte, que parece tardaron más en acostumbrarse a una resbaladiza cancha y al viento incesante. Aparte de las condiciones climatológicas y geográficas, México supo adaptarse al equipo que enfrentaba también, el equipo salió con un buen armado táctico, lo suficiente como para lograra la primera llega contundente del partido.
Pero como reza aquella frase del futbol "los partidos no los gana (siempre) quien merece, sino quien hace los goles". Así ocurrió. Creo que un resultado justo, de acuerdo al futbol desplegado, habría sido un empate. Nada espectacular, un 1-1 habría reflejado el futbol jugado. Pero no sucedió así.
Claro, tampoco hay que cerrar lo ojos ante la realidad: otra vez un jugador vuelve a lesionar durante un partido (qué pasa con los preparadores físicos y los médicos), de nuevo el capitán (de quien se esperaría mayor calma y sensatez) es expulsado, de nuevo anotan con pelota parada y, por último, el segundo gol, cae por un error de desconcentración y falta de comunicación entre los defensas.
Conclusiones. Hay buenas y malas, las buenas es que se tratan de errores conocidos, es decir,no se trata de algún fenómeno que no hayamos visto antes en los jugadores mexicanos, nada grave podría aducir; lo malo, es que ¿si son los mismos errores, porqué aun no se resuelven? No lo sé, ojala lo supiera. Pero no solo nos caemos con la misma piedra cada vez que se juega con Estados Unidos, sino que parece que nosotros mismos cargamos con la piedra y la llevamos a donde sea para caernos al propósito. Es absurdo. La selección mexicano ha llegado al paroxismo del absurdo, ya hasta debería de resultar cómico.
Ahora las opciones residen en los aficionados: seguir apoyando, exigir cuentas claras acerca del rendimiento o destituir técnico, jugadores, directivos, federaciones, todo. ¿Cuál es la solución? No lo sé, tampoco puedo saberlo todo, pero ojala y haya una mente más iluminada que la mía para poder resolver tal dificultad. Está en juego Sudafrica 2010 y en este evento millones de pesos y esperanzas de mexicanos.

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